Comunicación pública, una herramienta de gestión

11 mayo 2008 | | | |

En Chile, las empresas privadas más importantes y muchas instituciones públicas y políticas han comprendido que contar con un buen desempeño en el ámbito de las comunicaciones dejó de ser un lujo para convertirse en un útil apoyo, ya sea en la difusión de logros o a la hora de enfrentar periodos de crisis.

Manuel Gallardo Fuentes
Consejo Regional Décima Sur
Colegio de Periodistas



Nadie nace sabiendo comunicar. Se trata de una conducta que viene implementada en los seres humanos en su versión básica, pero que para desarrollarse en plenitud requiere de ciertos esfuerzos y de una cabal comprensión del entorno y sus características.

Comunicarse no es fácil. Quien así lo crea está, por decirlo nuevamente, errado. Más aún en el ámbito de las comunicaciones públicas, donde no sólo importa lo que se dice, sino quien lo dice y en qué contexto.

Construir mensajes efectivos no es, únicamente, cuestión de talento. También requiere conocimiento y no sólo sobre contenidos, sino también acerca de contextos y soportes.

Cada día se hace más necesario que personas e instituciones -sean públicas o privadas- transmitan sus mensajes por los canales más adecuados y de manera clara y sencilla. Nadie espera que políticos, empresarios, organizaciones y autoridades sean siempre geniales o polémicos, pero se agradece que, cuando menos, resulten asertivos en sus expresiones. Y eso no siempre ocurre.

La comunicación se convierte, de este modo, en una de las bases de la gestión moderna. Baste ver la enorme cantidad de libros que se publican al respecto. Y baste también ver los efectos de un mensaje, por muy simple que éste sea, en el entorno adecuado y en el medio correcto. El peso específico de la denuncia de The New York Times sobre la industria salmonera radica más en el prestigio del medio en el cual fue publicada que en la calidad de la investigación propiamente tal.

Con el auge de los medios de comunicación en sus más diversos formatos –desde el papel couché a los bites-, y bajos sus más amplias fachadas -desde lo corporativo a lo ciudadano- la comunicación ha cobrado una relevancia que hasta hace 15 años era más bien parte de una teoría académica que se mantenía en las antípodas del terreno de lo práctico.

En Chile, las empresas privadas más importantes y muchas instituciones públicas y políticas han comprendido que contar con un buen desempeño en el ámbito de las comunicaciones dejó de ser un lujo para convertirse en un útil apoyo, ya sea en la difusión de logros o a la hora de enfrentar periodos de crisis.

El entramado de las comunicaciones públicas es complejo. Enfrentarlo requiere una mirada profesional. La gran mayoría de las instituciones públicas y privadas mantienen equipos de comunicación para cubrir así sus necesidades en ese ámbito. Otras recurren a agencias externas que les provean de una serie de servicios para enfocar de mejor manera la definición de los mensajes y la “puesta en escena” de éstos. Algunas optan por un sistema mixto.

Lo concreto es que, más que obreros sumisos, la comunicación pública requiere profesionales creativos, capaces de comprender el entorno y los estados de ánimo de los grupos a quienes se dirigen ciertos mensajes.

Esta realidad impone un doble desafío, que atañe a quienes ofrecen apoyo en comunicaciones como a quienes lo reclaman.

Los primeros deben propender a la necesaria y siempre bien recibida profesionalización de las asesorías y servicios comunicacionales. Los segundos deben aprender a reconocer que, hoy por hoy, nadie sobrevive solo, menos aún en el ámbito de la comunicación pública.






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